LA IDEA DE LA FILOSOFÍA EN ORTEGA Y GASSET
Para Ortega la filosofía
es “el estudio radical de la totalidad del Universo”, y tiene estos
rasgos principales: Principio de autonomía: el filósofo no debe dar por
buenas las verdades de otros saberes, debe admitir como verdadero sólo
aquello que se le muestre a él mismo con evidencia. Principio de
pantonomía o universalismo: las ciencias (biología, física...) se
interesan por una parte de la realidad, la filosofía lo hace por el
todo, por el Universo en general; el filósofo relaciona aquello que le
interesa (lo moral, lo bello, la verdad…) con el conjunto de la
realidad, tratando de descubrir el sentido de las cosas, el ser presente
en todas ellas. La filosofía es un conocimiento teórico: es un sistema
de conceptos precisos, basados en el ejercicio de la razón y sometido a
la lógica, y es un saber ajeno a la preocupación por el domino técnico.
Pero para Ortega la filosofía es un saber imprescindible pues satisface
el afán humano por el conocimiento y la verdad; y tiene una “utilidad
existencial”: el hombre es un náufrago perdido en la existencia, y las
teorías, principalmente las filosóficas, le permiten orientarse en la
realidad.
EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO: LA SUPERACIÓN DE LA MODERNIDAD
Cada época tiene una
tarea fundamental que realizar y un destino; para Ortega la nuestra es
superar los principios básicos de la modernidad. El principio básico de
la Edad Moderna es el de la subjetividad, y la filosofía que lo gesta el
racionalismo y el idealismo. El racionalismo considera que la razón es
la dimensión principal del hombre y que con ella alcanzamos verdades
atemporales y ajenas a cualquier elemento subjetivo. En su versión
extrema, el racionalismo es contrario a la vida. Por su parte, para el
idealismo el mundo es una construcción o contenido del sujeto
cognoscente. Frente a estos puntos de vista encontramos doctrinas
opuestas: el idealismo tiene como contraria la tesis realista del
pensamiento antiguo y medieval, y al racionalismo se opone el
relativismo y el vitalismo irracionalista. Pero ninguna de estas dos
oposiciones es correcta y es preciso superar el racionalismo y el
relativismo, el idealismo y el realismo. Rechaza Ortega la visión de una
razón ahistórica y transpersonal, pero sin proponer una actitud
vitalista radical, irracionalista; su "racio-vitalismo" reivindica una
noción de la razón que no sea contraria a la vida, la razón vital. Se
trata de mantener una posición de equilibrio entre el sujeto y el
objeto, entre la mente y el mundo, entre el yo y las cosas. La realidad
tiene dos caras, el mundo y el yo, la subjetividad y las cosas y ambos
extremos no pueden darse uno sin el otro ni. Ni la realidad es una mera
construcción del sujeto ni algo independiente y anterior a él. Estos
términos pueden expresarse también con las palabras yo y circunstancias:
mis circunstancias, el mundo, no son algo independiente, existen en su
relación conmigo, con mi subjetividad; pero el yo no puede darse sin las
circunstancias, no puede ser lo que es sino es en el ámbito de lo
concreto y depende de ellas para su realización.
LA VIDA, REALIDAD RADICAL (EL PROBLEMA DEL HOMBRE)
La realidad radical o
primordial es aquella en la que descansan todas las demás, es tanto la
primera verdad como el ámbito en el que se incardinan todos los demás.
Para el realismo la realidad radical era algo exterior a la subjetividad
(Naturaleza, Dios...); para el idealismo la subjetividad. Ortega
exigirá, una nueva realidad radical: la correlación entre subjetividad y
mundo, entre yo y circunstancias, la vida. La vida no se identifica con
el cuerpo, el alma o la mente, que son construcciones que desde la
propia vida nos hacemos para entender la realidad; pero tampoco es una
categoría abstracta, sino lo más concreto pues se refiere a la vida de
cada cual: la vida es el conjunto de vivencias y el ámbito en el que se
hace presente todo, tanto el mundo o circunstancia como el yo o
subjetividad. Debemos construir una nueva idea del ser (que es la vida);
la vida no es una cosa, no tiene naturaleza ni es una substancia; su ser
es hacerse, es devenir y proyecto, es construirse en el tiempo. Sin
embargo, aunque no exista una esencia humana inmutable sí existe un
marco que predetermina todo lo que podemos llegar a ser, sí existen
ciertos rasgos o características presentes en toda vida humana, y Ortega
las llama categorías de la vida.
Vivir es un saberse y
comprenderse. Los objetos físicos no tienen una noticia de sí mismos, no
se sienten, nosotros sí. Este saber es anterior a toda conceptualización
y pensamiento teórico, es un conocimiento espontáneo y prerreflexivo, es
la presencia inmediata de nosotros ante nosotros mismos, aunque también
de las personas y cosas que nos rodean, del mundo circundante. Vivir es
encontrarse en el mundo. El mundo es un elemento fundamental de la vida,
no algo exterior a ella; nos es tan básico que incluso nos damos cuenta
antes de él que de nosotros mismos; además, el vivir es siempre ocuparse
con las cosas del mundo, es convivir con una circunstancia. El mundo o
circunstancia no es sólo el descrito por la ciencia, es también el mundo
de los valores, de la religión, es toda realidad en la que se sitúa y
con la que se encuentra el sujeto y que determina sus posibilidades
existenciales. El mundo no se puede separar de nosotros: no se puede
entender el yo sin el mundo o circunstancia, pero tampoco se puede
entender el mundo sin el yo o subjetividad puesto que lo que sea el
mundo depende de las peculiaridades, creencias y sensibilidad de cada
uno. La vida es fatalidad y libertad. El mundo que nos ha tocado vivir
no es algo que podamos elegir; la circunstancia en la que se desenvuelve
nuestra vida determina nuestro yo. Pero sin la concreción que implica la
circunstancia nos sería imposible ser y actuar: la vida es siempre estar
en una circunstancia, el mundo vital es nuestro aquí y ahora y es a
partir de él como debemos actuar y modelar nuestro futuro; este hecho
permite la libertad, pues la pura indeterminación la haría imposible.
Existe la libertad: la circunstancia nos permite un cierto margen de
posibilidades y nos exige decidir: la vida se presenta siempre como un
problema, que nadie excepto nosotros puede resolver, y tiene un carácter
dramático; estamos arrojados a la existencia y nos toca elegir y
participar; en consecuencia tenemos proyectos, que han de ser fieles a
nuestro ser, a nuestro destino; así, la vida es libertad, y debe ser
responsabilidad. La vida es futurición. El futuro es la dimensión
temporal más importante para caracterizar al hombre: nuestra vida es
siempre atender al futuro, apostar por un proyecto y actuar para
realizarlo; Ortega defiende dos tipos de tiempo: el cósmico, que es
solamente el presente; y el del viviente: que es de modo primordial el
futuro.
EL CONOCIMIENTO Y LA VIDA (EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO)
Tanto el objetivismo
como el subjetivismo tienen un mismo fundamento, la creencia en la
falsedad del punto de vista del individuo; contra a ella, Ortega afirma
que el punto de vista individual es legítimo porque es el único posible,
es el único desde el que puede verse el mundo. La perspectiva queda
determinada por el lugar que cada uno ocupa en el Universo, y sólo desde
esa posición puede captarse la realidad. La realidad es múltiple,
perspectivística; no existe un mundo en sí mismo, existen tantos como
perspectivas; y cada una de ellas permite una verdad. Cada perspectiva
capta una parte de la realidad, de ahí la importancia de todo hombre y
toda cultura, todos ellos son insustituibles pues cada uno tiene como
tarea mostrar, hacer patente, el mundo que se le ofrece en virtud de su
circunstancia. Ortega defiende el perspectivismo alegando que el sujeto
no es un medio transparente, ni idéntico e invariable: de la totalidad
de cosas, muchas son ignoradas por el sujeto cognoscente por no disponer
de órganos adecuados para captarlas, y otras pasan por éstos a su
interior; en cada individuo su psiquismo, y en cada pueblo y época su
“alma”, actúa como un “órgano receptor” que faculta en cada caso la
comprensión de ciertas verdades e impide la recepción de otras. Esta
dimensión perspectivística vale para el mundo físico, pero también para
los valores y las verdades.
Para Ortega la realidad
primordial, la vida, sólo puede captarse adecuadamente mediante el
recurso de la razón vital y de la razón histórica. Ortega y Gasset llamó
racio-vitalismo a su sistema filosófico. Es la filosofía que tiene como
tema la reflexión sobre la vida y la explicación de sus categorías
fundamentales. Ortega se aleja del vitalismo irracionalista de Nietzsche
y no niega la racionalidad humana pues el apetito de verdad y de
objetividad forma parte de las inclinaciones más profundas del ser
humano; además, con la razón construimos descripciones de la realidad
que nos permiten orientarnos en la existencia: los sistemas de creencias
hacen inteligible la realidad y permiten enfrentarnos al naufragio que
es la existencia. Pero ello no nos lleva de ningún modo al racionalismo
pues la razón vital, a diferencia de la razón pura del racionalismo es
capaz de recoger las peculiaridades y reclamaciones de la vida (la
perspectiva, la individualidad, la historia, la corporeidad...). La
razón vital conduce a la razón histórica, puesto que la vida es
esencialmente cambio e historia. La razón histórica tiene como objetivo
comprender la realidad humana a partir de su construcción histórica y de
las categorías de la vida, y con ella podemos superar las limitaciones
de la razón físico-matemática de la modernidad. La razón histórica
permite comprender los sentidos de la existencia humana, y para ello se
refiere a dimensiones del vivir como los sentimientos, valoraciones y
proyectos del individuo o colectividad, y a las creencias y esquemas
mentales con los que damos un sentido a nuestra vida. La razón histórica
utiliza igualmente los recursos interpretativos del enfoque
historicista: el análisis de la biografía, la teoría de las generaciones
y la comprensión de las distintas épocas que constituyen nuestro pasado
y determinan nuestro presente.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada