dijous, 20 de maig del 2010

Max Müller i la mitologia


Friedrich Maximilian Müller, más conocido como Max Müller (Dessau, 6 de diciembre de 1823 - 28 de octubre de 1900), filólogo, hindólogo, mitólogo y orientalista alemán, fundador de la mitología comparada.

Nació en Dessau como hijo del poeta romántico Wilhelm Müller, amigo de Felix Mendelssohn-Bartholdy; Carl Maria von Weber fue su padrino. Pero en la universidad de Leipzig abandonó la música por la filología y se dedicó al estudio del sánscrito y de la Mitología india y se doctoró en filosofía en 1843 con una tesis sobre la Ética de Baruch Spinoza. Alcanzaría a dominar el latín y el griego, y a ser bastante competente en árabe, sánscrito y persa.

Marchó en 1844 a la Universidad de Berlín, donde estudió con Friedrich Schelling, para quien tradujo los Upanishad, y con el filólogo comparatista Franz Bopp: por estos años dio a conocer también su traducción al inglés el Hitopadesa, una colección de fábulas y apólogos, y en 1845 viajó a París para estudiar sánscrito bajo la tutela de Eugène Burnouf, quien le animó a traducir completamente el Rig Vedá usando los manuscritos que había en Inglaterra. Con ese fin viajó a ese país en 1846, y allí permaneció ya el resto de su vida.

En Londres conoció a Macaulay y la East India Company lo comisionó para traducir el RigVeda al inglés, tarea que le habría de ocupar gran parte de su vida. En 1848 marchó a Oxford, donde continuó con sus traducciones de la literatura religiosa hindú, cincuenta volúmenes que publicó bajo el título general de Sacred Books of the East y que comenzó a corregir en 1875. Estos trabajos le reportaron un dinero suficiente para vivir con comodidad. Fue nombrado profesor tayloriano de lenguas europeas modernas y luego de teología comparada (1868-1875). Analizó los mitos como racionalizaciones de los fenómenos naturales o conatos primitivos de la ciencia antigua (protociencia, en su terminología), según una perspectiva evolucionista. Este modelo es la parte de su obra que más parece haber envejecido.

Buscaba sobre todo estudiar en los textos védicos los fundamentos de las culturas indoeuropeas en general. Preparó una edición crítica del Rig-Veda que le llevó 25 años (entre 1849 y 1874). También escribió novelas, como German Love (amor alemán), que alcanzó cierto éxito. Se relacionó con intelectuales hindúes como los dirigentes del movimiento Brahmo Samaj y las tentativas hindúes de sincretismo. Para Müller, la cultura védica hindú representa una adoración a las fuerzas naturales y los dioses son fuerzas activas de la naturaleza que han sido personalizadas; los fenómenos físicos habrían sido así convertidos en personajes. Müller resumió su teoría diciendo que la mitología es «una enfermedad del lenguaje». Las palabras de procesos naturales se volvieron descripciones de seres y narraciones. Los dioses habrían pues comenzado como conceptos antes de ser usados como nombres propios, de forma que el dios padre de los indoeuropeos tendría varios nombres, Zeus, Júpiter, Dyaus Pitar, denominaciones que provienen de la palabra indoeuropea diaus (que significa ‘brillo’), que da lugar a las palabras deva (sánscrito), deus (latín), theos (griego) como nombres comunes para un dios, y los nombres propios Zeus y Iu-piter. Así, una metáfora queda osificada, como en ciertas ideas de Nietzsche. Pero Müller no aplicó su crítica a todas las religiones y consideraba que el cristianismo era moralmente superior a las culturas indostánicas que estudiaba. Sin embargo, sus teorías sobre las culturas arias originales no se acompañaron de tesis racistas. Es célebre la correspondencia que mantuvo con Ralph Waldo Emerson. Sostuvo polémicas contra Spiegel y Louis Jacolliot. Sus artículos y correspondencia se encuentran depositados en la Biblioteca Bodleyana de Oxford.

Aunque se considera que Müller fue un gran defensor y valedor de la filosofía y religión hindúes, su Epistolario demuestra que fue un cristiano fervoroso y convencido que despreciaba profundamente la cultura indostánica, considerándola primitiva, superada, degenerada, errónea, aburrida e infantil; esperaba ingenuamente que India podría convertirse al cristianismo.