diumenge, 26 d’abril del 2009

Un grande de la ciencia-ficción: Stanislaw Lem


Stanisław Lem (12 de septiembre de 1921 - 27 de marzo de 2006) fue un escritor polaco cuya obra se ha caracterizado por su tono satírico y filosófico. Sus libros, entre los cuales se encuentran Ciberiada y Solaris, se han traducido a 40 lenguas y ha vendido 27 millones de ejemplares. Es considerado como uno de los mayores exponentes del género de la ciencia ficción y uno de los pocos escritores que siendo de habla no inglesa ha alcanzado fama mundial en el género.

Sus libros exploran temas filosóficos que involucran especulaciones sobre nuevas tecnologías, la naturaleza de la inteligencia, las posibilidades de comunicación y comprensión entre seres racionales; asimismo propone algunos elementos de las limitaciones del conocimiento humano y del lugar de la humanidad en el universo. Su encasillamiento como escritor de ciencia ficción se debe a que ocasionalmente, a lo largo de su carrera como escritor, prefirió presentar sus trabajos como obras de ficción o fantasía, para evitar los atavíos del rigor en el estilo académico de escritura y las limitaciones del número total de lectores al que llegarían sus libros si fueran textos "científicos"; no obstante, algunas de sus obras están en la forma de ensayos científicos o de libros filosóficos, tales como Summa Technologiae y Microworlds (ambas sin traducción al castellano), en las que expresa con rigor sus posturas científicas.

Los temas principales de Lem giran alrededor de la cibernética (de la cual es un apasionado) y de la comunicación, tanto entre humanos como con otras formas de vida. Aunque muchas de sus obras tienen un tono humorístico innegable, en la mayoría de ellas se encierra un profundo pesimismo respecto a la condición humana.

En sus primeras obras sigue la pauta de otros autores socialistas con sendas utopías: Los astronautas (1951) y La nebulosa de Magallanes (1955). Sin embargo, desencantado cada vez más del socialismo, su popularidad le protegería frente a la censura, a la que cada vez desafía más (aunque de forma velada). Con Diarios de las estrellas (1957) comienza su vena de escritor satírico, aunque siempre guardando un profundo sentido filosófico en sus obras. Además, en ella se introduce el personaje de Ijon Tichy, ese astronauta embarcado en maravillosas (y absurdas) aventuras por todo el espacio y el tiempo, y que repetiría protagonismo en otras obras posteriores.

Tras Edén (1959), vendrá su obra maestra Solaris (1961), novela que le aupará a la fama, gracias al premio recibido en 1972 en el festival de Cannes por la adaptación cinemátográfica realizada por Andrei Tarkovsky. Otra novela destacable es El Invencible (1964) que también trata sobre los problemas de comunicación (y comprensión) con otras formas de vida.

Con Retorno de las estrellas (1961) se introduce en otro subgénero: el psicológico. Esta trata sobre las implicaciones del aislamiento, y de la necesidad de readaptarse a una sociedad totalmente distinta de un astronauta que retorna a la Tierra tras un viaje a la velocidad de la luz. Otros relatos como los recogidos en Relatos del piloto Pirx y Más relatos del piloto Pirx también se adentran en la psicología de sus personajes ante diversas situaciones a cual más desazonante.

Vuelve a la sátira más esperpéntica con Fábulas de robots y su continuación Ciberiada (1965), que son como una especie de cuentos o fábulas en los que los protagonistas son robots, y de los que Lem se vale para criticar (veladamente) nuestra sociedad actual. En ella aparecerán también otros dos esperpénticos personajes de su obra humorística: los constructores Trurl y Clapaucio.

La voz de su amo (1968) habla sobre la llegada de un mensaje extraterrestre que intenta ser descifrado por un grupo de científicos. A partir de ahí el autor construye una trama rocambolesca que sirve como ácida crítica del mundo científico actual.

Dentro de su estilo satírico-reflexivo Lem ha escrito algunas obras como Un vacío perfecto (1971) y Un valor imaginario (1973) consistentes en críticas o prólogos de libros imaginarios. Aparte de considerarse casi "experimentales", tienen el interés de descubrirnos a un Lem no sólo como gran conocedor de la ciencia, sino con una sólida cultura y formación filósofica.

En Congreso de futurología (1971) retoma a Tichy para situarlo en un congreso de futurólogos. En Memorias encontradas en una bañera (1971) prosigue con su estilo humorístico, mientras que en La investigación (1976) y La fiebre del heno (1976) toma elementos de la novela de misterio (con resultado bastante irregular en ambos casos). Finalmente, Fiasco (1986) se considera su novela más reflexiva y madura.